lunes, 8 de agosto de 2011

Una carta para la refelexion

He visto esta carta abierta o texto como querais llamarlo, y me he acordado de lo que deciamos de nuevas propuestas para el curso que viene y seria un tema que, aunque recurrente, nos puede llevar a una reflexión de las que nos gusta. Bueno pues eso que me ha parecido interesante.


CONFESONARIOS PARA LA JMJ


Acaba de ser noticia en la prensa nacional: una carpintería de Ávila situará en el Parque del Retiro madrileño doscientos confesonarios para que, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, los sacerdotes y el mismo Papa Benedicto XVI se sienten a impartir el sacramento de la penitencia a los jóvenes que acudan arrepentidos de sus pecados.

La estructura del mueble, diseñada en forma vanguardista -¡qué sarcasmo!- sugiere el perfil de las velas de un barco fletado hace casi cinco siglos en el Concilio de Trento. Pero, ¿quién puede subir a bordo hoy y para qué aventura, en navíos de penitencia sin objeto ya y sin destino?

Justo es reconocer los efectos colaterales psicoterapéuticos del sacramento. Pero también es preciso admitir que nunca fue esta la razón de ser de su institución y administración. El concepto y sentido de pecado personal contra Dios, aun vigente en nuestros días, necesita una seria y profunda revisión.

Esta doctrina agustiniana del pecado ha causado infinitas torturas, miedos y perniciosos complejos de culpabilidad, en las conciencias de nuestra ya per se doliente humanidad.

Me preocupa acudir a eucaristías en las que el funcionario de turno abre el acto con este Adagio para cuerdas -“la canción más triste del mundo”- de Samuel Barber: Y ahora, hermanos, antes de iniciar esta celebración, reconozcamos nuestros pecados. Unos momentos de penoso silencio para la profunda concienciación de los mismos, y luego la solemne triple entonación del mea culpa ante Dios, ante la corte celestial y ante la asamblea.

¿No podría considerarse ésta una versión apostólica romana de la Teología del Gusano, articulada en formas de creencias más deshumanizadoras que liberadoras? Preferible sería que, en consonancia con las ciencias de la Neuropsicología actual -y de la Buena Nueva del Evangelio-, estas celebraciones se iniciaran con una melódica obertura de acción de gracias por todos los bienes recibidos y por todas las cosas que hemos hecho bien en nuestra vida.

La Iglesia, que es muy sabia porque es muy vieja, ha sido siempre más tortuga que liebre. Puede estar en lo cierto en razón de las consecuencias negativas que las mudanzas bruscas pudieran suponer para muchas personas. Pero también es verdad que el ritmo de los cambios no es homogéneo, y que hoy esa aceleración en el tiempo es más urgente que nunca. La mayoría de las propuestas espirituales llegan tarde y, generalmente, en versión profundamente rancia: caparazones de fósiles que ya a nadie interesan salvo a los hinchas de la paleontología.

Reforzar la idea del sacramento de la penitencia con gestos como el de los confesonarios –antiguallas registradas en las almonedas de la Fe- pertenece a esta categoría.


Vicente Martínez


martes, 2 de agosto de 2011

Feliz dia de nuestra señora de los Angeles

EL "PERDÓN DE ASÍS" O "INDULGENCIA DE LA PORCIÚNCULA"PDFE-mail
Fue ayer pero bueno..
Como cada año, el 2 de agosto la familia franciscana celebra con alegría la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles. Millones de fieles podrán recibir el "Perdón de Asís" o "Indulgencia de la Porciúncula", ganándolo para uno mismo o por los difuntos. Para ello es necesario visitar desde el mediodía del 1 de agosto a la medianoche del día siguiente (fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles) la misma iglesia de Nuestra Señora bajo esta advocación en Asís (conocida como la Porciúncula)  o cualquier iglesia franciscana del mundo, rezando el Padrenuestro y el Credo y pidiendo por las intenciones del Papa. Además, han de recibirse los sacramentos del Perdón y la Eucaristía. En el Santuario de la Porciúncula en Asís gracias a un decreto especial de la Penitenciaría Apostólica del 15 de julio de 1988 (Portiuncolae sacrae aedes), se puede ganar la indulgencia durante todo el año.





Una noche del año 1216 Francisco estaba en oración y contemplación en la Porciúncula cuando, de improviso, vio sobre el altar a Cristo revestido de luz y a su derecha a su Madre Santísima, rodeados de una multitud de Ángeles. Con el rostro en tierra Francisco adoró a su Señor en silencio. Le preguntaron qué deseaba para la salvación de las almas. La respuesta de Francisco fue inmediata: "Santísimo Padre, aunque yo soy un pobre pecador te ruego que a todos los que, arrepentidos de sus pecados y confesados, vengan a visitar esta iglesia, les concedas amplio y generoso perdón, con una completa remisión de todas las culpas". El Señor le dijo: "Lo que pides, hermano Francisco, es grande, pero de mayores cosas eres digno, y mayores tendrás. Por lo tanto accedo a tu petición, pero con la condición de que pidas de mi parte a mi vicario en la tierra esta indulgencia". 


Francisco se presentó de inmediato al Papa Honorio III, que en aquellos días se encontraba en Perugia, y le relató la visión que había tenido. El pontífice le escuchó con atención y después de algunas objeciones, le dio su aprobación. Luego le dijo a Francisco: "¿Cuántos años de indulgencia quieres?". El "Pobrecillo" de Asís respondió: "Padre Santo, ¡no pido años, sino almas!". Y se dirigió feliz hacia la puerta. Pero el pontífice le llamó de nuevo: "¿No quieres ningún documento?". Y Francisco le contestó: "¡Santo Padre, me basta su palabra! Si esta indulgencia es obra de Dios Él verá cómo dar a conocer su obra; yo no necesito ningún documento; el papel debe ser la Santísima Virgen María, Cristo el notario y los Ángeles los testigo".